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La Casa: Historia

[De un texto de Francisco Trinidad]

Los orígenes de esta casa solariega de los Palacio remiten al siglo XVIII y así se desprende de la tipología constructiva. Las necesidades familiares fueron imponiendo sucesivas ampliaciones hasta conseguir el volumen actual, un caserón hecho a retazos por sucesivas generaciones, como el propio Palacio Valdés señaló en su momento. La última de las reformas, la que acabó convirtiendo una casa en un centro cultural, y de la que habremos de ocuparnos más adelante con más detenimiento, unificó de alguna forma lo que en su día fueron necesidades de crecimiento.

De todos modos, y al margen consideraciones arquitectónicas que precisarían de un estudio técnico, lo que más interesa al día de hoy, y sobre todo cuando se escudriñan sus implicaciones literarias, es el hecho de que en ella convivieron varias generaciones de acomodados "campesinos" -las comillas se hacen inevitables para marcar las diferencias con sus convecinos-, con grandes propiedades en la zona, hasta el punto de que el novelista, en algún momento, recordó que su padre era el mayor contribuyente de la zona.

Entre estos antepasados de don Armando, destaca su abuelo, don Francisco Rodríguez Valdés, al que el novelista retrata de forma casi legendaria en La novela de un novelista e incorpora posteriormente como uno de los personajes centrales de La aldea perdida, el capitán don Félix, que también "se había batido como cadete durante la guerra de la Independencia, había caído prisionero; lo trasladaron a Francia; se fugó; ascendió a oficial; sirvió después en la Guardia Real, y a la muerte de Fernando VII y estallar la guerra civil, cuando iba a ser ascendido a coronel, tuvo el capricho de pedir la licencia absoluta", según nos relata en el capítulo IV de la novela.

Aquí nació, como sabemos, Armando Palacio Valdés el 4 de octubre de 1853 y tuvo esta casa como referencia vital durante muchos años, veraneando en ella y utilizándola como centro de operaciones para el mantenimiento de su hacienda. El último de sus habitantes fue Marta Palacio-Valdés, hija del hermano del novelista, Atanasio. Casó con un vecino de Entralgo, Fidel Fernández Blanco, y los vecinos del pueblo, que la conocían como Martita, quizás por su afabilidad, recuerdan aún cuando amenizaba las fiestas y bailes del pueblo con un organillo, quizás el mismo que describe el novelista en 1921 -"un delicioso artefacto modernista, un organillo no más antiguo de un siglo. Era más alto que yo y su repertorio se componía de piezas de una ópera llamada La Caravana, valses de la reina de Escocia, minués y gavotas"- como una de las sorpresas que de niño descubrió en esta casa.

En 1983, el Ayuntamiento de Laviana adquirió la propiedad del inmueble casi en ruinas, lo rehabilitó y, en 2003, inauguró en él el Centro de Interpretación Armando Palacio Valdés.

Idiomas:

Portugués, Italiano, Francés