Estas en:

Reconocimiento popular e institucional

[Texto: Francisco Trinidad]

Fallecido Galdós en 1920, comienza a ser considerado el Patriarca de las Letras Españolas, sus libros figuran entre los más vendidos y le llueven los homenajes. Ya en 1906 le habían rendido uno muy caluroso los jóvenes universitarios de Oviedo, capitaneados, entre otros, por un jovencísimo Ramón Pérez de Ayala. En 1918, los avilesinos le rinden otro en un banquete en el Gran Hotel; y en 1920, nuevo homenaje en Avilés e inauguración del teatro de su nombre en la misma villa. Se le preparó otro homenaje en Valencia y diversos otros en Cap Breton (Landas francesas, donde veraneaba), Oviedo (1926) y en San Fernando, Cádiz y Jerez de la Frontera, en 1924, el mismo año en que fue elegido presidente del Ateneo de Madrid, aunque por muy breve tiempo. En 1935 la Asociación Nacional de Mujeres Españolas puso en marcha otro homenaje nacional consistente en la erección de "una estatua de la Hermana San Sulpicio y el retrato de su autor, el cual será pronto una realidad y un ornato en los bellos jardines de la capital de España", según consta en comunicación dirigida al Ayuntamiento de Laviana. Con dicho homenaje se pretendía reconocer sus méritos literarios, pero sobre todo destacar su postura a favor de la mujer mantenida en su conocido ensayo El gobierno de las mujeres.

Fue por estas fechas también cuando, por dos veces, en 1927 y 1928, estuvo nominado para el Premio Nobel, sin que prosperara su candidatura.

La guerra civil sorprendió a Palacio Valdés en El Escorial. Se trasladó a Madrid inmediatamente y allí, tras meses de angustia y hambre, acabaría falleciendo el 29 de enero de 1938. En su casa de la calle Maldonado, 25, y en la tarde del lunes 7 de julio de 1941, se descubrió una lápida de mármol con medallón de bronce sobre el cual aparece de perfil el retrato del novelista, rodeado de laurel, con la inscripción: "A don Armando Palacio Valdés, la Asociación de Escritores y Artistas Españoles. 4 de octubre de 1853 - 29 de enero de 1938." Y años más tarde, en octubre de 1945, sus restos mortales fueron trasladados a Avilés, donde reposan desde entonces, cumpliendo su voluntad, en un magnífico mausoleo, obra del escultor Jacinto Higueras.